jueves, 6 de diciembre de 2007

Obras Teatrales

EL MENSAJE

(Exterior de un castillo. En el centro, la puerta, junto a ésta, una silla, dos ventanas a los lados. A la izquierda un bosquecillo y a la derecha, campos de cultivo. Gerberto y la princesa en el centro)

Princesa: Tenemos que hacer algo,
mi padre desea que me case
con Gilberto

Gerberto: Nunca lo consentiré.
Hablaré con vuestro padre

Princesa: De nada servirá. Ya sabes que, sin faltarle al respeto,
si algo se le mete en la cabeza
nunca cambia de opinión.

Gerberto: No te falta la razón.
Aun recuerdo con horror
cuando se empeñó en decir
que era redonda la tierra

Princesa: Y para que se callara
todos dijimos que sí

Gerberto: Pero algo se podrá hacer
para que acepte nuestra boda.
Si yo matara a un dragón
me querría como yerno.
También si derrotara a los turcos,
si venciera a los piratas...

Princesa: No digas más tonterías.
Ni dragones, ni turcos, ni piratas,
aquí sólo hay lagartijas.
Con eso no vas a impresionarle.

Gerberto: Puedo descubrir América...

Princesa: Cuando vuelvas seré vieja.
Además he oído contar
que eso lo va a hacer Colón.

(Entra Eloísa, una dama, por la derecha)

Eloísa: Buenos días, Alteza,
Hola, Gerberto

Princesa: ¿Ocurre algo, Eloísa?
Pareces nerviosa

Eloísa: Vuestro padre, princesa,
desde esta mañana está muy extraño,
recorre el castillo de arriba abajo,
habla solo y aunque escucho tras la puerta
no le entiendo lo que dice.

Gerberto: ¡El rey preocupado!
Esta es mi oportunidad:
me entero del problema,
al momento lo resuelvo,
y aprovecho la ocasión
para pedirle tu mano

Princesa: Aunque tú lo hayas pensado,
no parece mal pensado.

Eloísa: Continuaré vigilando
por ver si descubro algo.

Gerberto: ¡Cuidado! Se oyen pasos

Princesa: Ocultémonos

(Gerberto, la Princesa y Eloísa se ocultan en el bosquecillo de la izquierda. Por la derecha entra el rey. Mientras habla se lleva las manos a la cabeza)

Rey: No lo puedo comprender
no me cabe en la cabeza...
¡Qué bien, una silla!
Lo pensaré sentado
que será más descansado.

(Por la derecha entran Gilberto, un caballero, y Elvira, una dama)


Elvira (hace una reverencia): ¡Buenas tardes! Majestad

Gilberto (también hace una reverencia) También os lo digo yo.
Que tengáis muy buenas tardes

Rey: Gracias, gracias, muchas gracias.
Pues aquí estaba pensando

Elvira: Mas, ¡che!, ¿pensando vos?
Eso no es digno de un rey

Gilberto: ¿Pues no tenéis mayordomo,
consejero y escudero,
hasta sastre y tesorero,
zurcidor y zapatero?
¡Qué piensen ellos!

Elvira: Si vuestro padre lo viera...

Gilberto: Si vuestra madre supiera...

Rey: &

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